No es solo que el calor nos quite las ganas de comer platos pesados. En verano, todo cambia. También en las granjas.
Los animales comen menos. Su metabolismo se adapta al calor y su crecimiento se frena. No es una excepción, es una realidad que conocemos bien quienes trabajamos en el sector porcino en Navarra.
Y cuando los animales crecen más lento, hay menos disponibilidad de carne. La producción baja. Así de simple.
Verano: menos producción, menos consumo… pero todo sigue en marcha
No es casualidad. Mientras el ritmo de los animales disminuye, lo mismo pasa en las fábricas y en las ciudades. Muchos de nuestros clientes cierran unos días o semanas para dar descanso a sus equipos. Y nosotros aprovechamos también para reorganizar turnos y permitir que nuestras personas puedan tomarse vacaciones.
El consumo de carne de cerdo tampoco desaparece, solo se traslada. Baja en entornos urbanos, pero sube en zonas vacacionales, la barbacoa se convierte en protagonista. Eso sí, los formatos cambian: más demanda de cortes rápidos, preparados más ligeros, productos fáciles de cocinar.
Lo que no se ve tras cada lomo: adaptar la cadena al verano
Durante el año, muchas fases de la cadena de valor están milimetradas. Pero en verano toca ajustar.
Se planifica con antelación. Se organizan los turnos, se decide qué días se para y qué líneas siguen activas. Y sobre todo, se coordina con clientes y proveedores para no romper el equilibrio entre producción y demanda.
Trabajar con cerdo en Navarra en estos meses es también una cuestión de saber leer los ritmos naturales: los del clima, los de los animales y los de las personas.
En el campo no hay botón de pausa
Podemos reducir actividad en fábrica. Podemos cerrar algunos días. Pero las granjas siguen. El cuidado de los animales no entiende de vacaciones.
Por eso, en esta época el trabajo se transforma, pero no desaparece. Cambia el foco. Cambian los ritmos. Pero la responsabilidad sigue ahí: alimentar bien, observar, ajustar, estar.
Cerdo Navarra también tiene sus estaciones: así cambia en verano
Siempre hablamos de origen, de trazabilidad, de calidad. Pero hay una parte de la historia que no siempre se cuenta: la estacionalidad. El cerdo no es igual en enero que en agosto. Y eso no es un problema. Es parte de la realidad de nuestro trabajo.
Entenderlo es también valorar más lo que ponemos sobre la mesa. Detrás de cada corte hay decisiones, personas, días de calor, turnos partidos, animales que crecen a otro ritmo.
¿Y por qué lo contamos?
Porque creemos que es importante explicar cómo funciona realmente nuestro sector. Sin fuegos artificiales. Sin palabras vacías. Sin repetir siempre lo mismo.
Trabajamos con cerdo en Navarra. Lo hacemos durante todo el año. Y el verano, aunque más lento, también forma parte del proceso.
Un respiro inesperado
Por suerte, durante esta última quincena de julio las temperaturas han sido algo más suaves de lo habitual. Y eso se ha notado también en el campo: los animales han comido mejor, y su ritmo de crecimiento ha sido más regular de lo que esperábamos para esta época del año. Un pequeño alivio dentro de una estación que siempre nos exige adaptarnos.
Si quieres entender todo lo que hay detrás de ese crecimiento —en verano o en cualquier época del año— te invitamos a leer cómo es el recorrido real del cerdo navarro desde la granja hasta tu mesa.