El tiempo también forma parte de la calidad

06.11.2025

Sala despiece Cárnicas Iruña en Lumbier

En Cárnicas Iruña sabemos que la calidad no depende solo del producto, sino del tiempo que se le da.
Tiempo para enfriar, para estabilizar, para revisar y, sobre todo, para hacer las cosas bien.

En una industria donde cada minuto cuenta, es fácil caer en la tentación de acelerar.
Pero la experiencia demuestra que los procesos necesitan su ritmo: ni más ni menos.
Porque una carne bien trabajada se reconoce, entre otras cosas, por el respeto a sus tiempos.

De la temperatura al reposo: cada segundo cuenta

En nuestras instalaciones, el control del tiempo empieza desde el primer minuto.
El enfriamiento inmediato tras el sacrificio y el reposo controlado antes del despiece son esenciales para conservar las propiedades naturales de la carne.
Esa transición, que combina frío, humedad y aire en equilibrio, marca la textura final del producto.

Después llega el trabajo de precisión: el despiece, el envasado y la distribución.
Cada fase tiene su propio cronómetro, porque respetar los tiempos significa respetar la carne.
Un enfriamiento demasiado rápido, una exposición excesiva o un transporte sin las horas adecuadas pueden alterar lo que el buen trabajo consiguió antes.

La trazabilidad también mide el tiempo

En Cárnicas Iruña registramos cada fase del proceso con trazabilidad total.
Eso incluye temperaturas, movimientos y tiempos de espera.
No es solo un requisito normativo, es la forma de asegurar que cada pieza llega como debe: con la misma frescura y propiedades con las que salió de la planta.

El tiempo, en este sentido, también es información.
Saber cuánto ha pasado entre el envasado y la entrega permite anticiparse, ajustar y garantizar que la carne llega siempre en condiciones óptimas, tanto a distribuidores como a carniceros.

Un trabajo que no se acelera

Hay algo que no cambia, por mucha tecnología que tengamos: el oficio.
Saber cuándo una carne está lista para pasar al siguiente paso no lo determina solo un reloj, sino la experiencia de quien la trabaja.
En Cárnicas Iruña combinamos sistemas de control digital con la supervisión directa del equipo, porque la precisión técnica y el criterio humano se complementan, no se sustituyen.

Por eso, aunque la producción sea diaria y el ritmo exigente, nunca se trata de correr, sino de hacerlo bien.
El tiempo que se invierte en cuidar un proceso es el mismo que después se ahorra en confianza y resultados.

La calidad, al final, también se mide en paciencia

El tiempo no se ve, pero se nota.
Está en la textura, en el color, en la conservación y en la seguridad del producto.
Cada hora bien gestionada dentro de la planta se traduce en días de confianza fuera de ella.

En Cárnicas Iruña lo vivimos así: no como una carrera, sino como un proceso continuo en el que cada minuto cuenta.
Porque cuando el tiempo se respeta, la calidad no se busca… se encuentra.