Más sacrificio, menos precio y pienso más barato: así llega el porcino español a 2026

17.12.2025

Cerdo al aire libre

Entramos en el final de 2025 con un escenario que, hasta hace pocas semanas, parecía bastante definido en el porcino español:

  • se venían sacrificando más cerdos que en 2024,
  • el precio del cerdo cebado llevaba meses ajustándose a la baja,
  • y el coste de los piensos había caído con fuerza respecto a los máximos de 2022.

La lectura económica era clara: cuando alimentar al animal es más barato, la producción se anima; cuando la oferta crece, los precios suelen aflojar.
Sin embargo, en las últimas semanas el contexto ha cambiado de forma notable. La aparición de la peste porcina africana (PPA) en fauna silvestre ha introducido un factor que está condicionando el mercado y el ánimo del sector.

Más sacrificio: 2024 cerró con 53,9 millones y 2025 apunta a más

Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), en 2024 se sacrificaron en España 53,9 millones de cerdos, con una producción aproximada de 4,9 millones de toneladas de carne, lo que mantiene a España como primer productor de la UE y uno de los principales actores a nivel mundial.

A lo largo de 2025, las estimaciones apuntaban a un cierre por encima de esas cifras. En condiciones normales, este aumento se explicaría por el abaratamiento del pienso y una dinámica productiva más favorable. Hoy, sin embargo, las cifras de sacrificio también deben interpretarse en un contexto de mayor cautela sanitaria y de decisiones defensivas por parte de las explotaciones.

Precios del cerdo: del ajuste progresivo al golpe repentino

Mientras el volumen de producción ha seguido alto, el precio del cerdo ha sufrido un deterioro rápido en las últimas semanas.

En la lonja de Mercolleida, referencia del mercado español, la cotización del cerdo vivo pasó de 1,30 €/kg el 27 de noviembre a 1,20 €/kg el 1 de diciembre, 1,10 €/kg el 4 de diciembre y 1,04 €/kg el 11 de diciembre. Esta secuencia refleja una caída brusca, muy alejada de un simple ajuste estacional.

El sector no está percibiendo esta bajada como un movimiento cíclico habitual, sino como un impacto directo vinculado a la incertidumbre sanitaria y a la reacción inmediata del mercado. El resultado es una presión muy fuerte sobre los márgenes y pérdidas ya visibles en la parte ganadera, una situación que no afecta solo a una empresa concreta, sino que se está extendiendo al conjunto del sector.

El pienso baja… pero ya no compensa el riesgo

Es cierto que el coste del pienso se ha reducido de forma significativa desde los máximos alcanzados en 2022. Este factor había devuelto algo de oxígeno a la producción y explicaba, en parte, el aumento de actividad.

Sin embargo, con un precio del cerdo cayendo a esta velocidad, la bajada del pienso ya no actúa como amortiguador suficiente. En el sentimiento actual del sector pesa más la gestión del riesgo que el incentivo a producir más. La prioridad ha pasado de optimizar costes a no cometer errores en un entorno muy sensible.

La variable sanitaria: la PPA como factor real de mercado

En las últimas semanas, la peste porcina africana ha dejado de ser un riesgo teórico para convertirse en una variable real que condiciona decisiones y expectativas. En Cataluña se han confirmado casos en jabalíes en el entorno de Cerdanyola del Vallès, con más de una veintena de animales positivos en las últimas actualizaciones oficiales.

Aunque se trata de fauna silvestre y España mantiene sistemas de control y vigilancia reforzados, el impacto se deja sentir de forma inmediata en tres planos:

  1. Mercado y precios, donde la incertidumbre se traslada rápidamente a la cotización.
  2. Exportación, con un aumento de la sensibilidad sanitaria en los destinos internacionales.
  3. Granjas, donde el refuerzo de medidas, la tensión operativa y la caída de precios ya se traducen en pérdidas.

Sin alarmismos, pero con realismo, el factor sanitario se ha convertido en una pieza clave para interpretar lo que está ocurriendo en el mercado porcino en este final de año.

Un mercado exterior más frágil y exigente

Todo esto ocurre en un sector muy dependiente del comercio exterior. Aproximadamente una quinta parte de la producción española se destina a mercados fuera de la UE.

En este contexto, China ha fijado finalmente aranceles definitivos al porcino europeo de entre el 4,9 % y el 19,8 % durante cinco años, por debajo de los niveles que se barajaron inicialmente. Aunque este desenlace reduce parte de la incertidumbre, no elimina la presión sobre un mercado exterior que hoy es mucho más sensible a cualquier factor sanitario.

Exportar ya no es solo una cuestión de precio o volumen: exige una respuesta rápida, controles estrictos y máxima fiabilidad en toda la cadena.

Qué significa todo esto para el porcino español (y navarro)

El sector afronta el cierre de 2025 en un equilibrio delicado:

  • Alta oferta, por dinámica productiva y decisiones defensivas.
  • Precios del vivo bajos y muy volátiles.
  • Piensos más baratos, pero insuficientes para neutralizar el impacto.
  • Entorno sanitario exigente, que incrementa costes y prudencia.
  • Mercados exteriores más sensibles y selectivos.

En regiones como Navarra, donde la cadena está altamente integrada y la ganadería tiene un peso clave en el tejido agroalimentario, lo que ocurre en granja se transmite rápidamente a toda la cadena.

Mirando a 2026: producir mejor y proteger la continuidad

Todo apunta a que 2026 llegará con un sector que sigue siendo fuerte, pero con retos más complejos:

  • reforzar bioseguridad y vigilancia,
  • adaptarse a mercados exteriores más exigentes,
  • y mantener rentabilidad en un entorno de precios contenidos y volátiles.

La pregunta ya no es solo cuántos cerdos se producen, sino cómo se produce, cómo se protege la cadena y con qué modelo se afrontan los próximos años.

¿Cómo lo vivimos en Navarra y en Cárnicas Iruña?

En Navarra se percibe con claridad el cambio de clima en el sector. Ahora mismo, manda la prudencia.

En Cárnicas Iruña afrontamos este escenario con foco en tres ejes muy concretos:
protección de la cadena desde el origen, control de datos y costes para decidir con rapidez, y planificación ajustada a un mercado que puede cambiar de una semana a otra.

En un contexto sanitario como el actual, la integración, la trazabilidad y el control completo de la cadena dejan de ser un argumento y pasan a ser una necesidad operativa. La información fiable y la anticipación son hoy claves para sostener el negocio y minimizar riesgos.